Ante la imposibilidad de montar autobuses de Brigadas Amarillas para este importante partido, por las razones ya sabidas, la peña se buscó la vida para acompañar al equipo. Durante la semana estuvimos intentando meter en los diferentes coches que pensaban ir a los miembros que no tenía medios para desplazarse. Con nuestro coche lleno a reventar, conseguimos colocar, después de una oportuna llamada, a 3 colegas más en otro.
Quedamos a las 11 h. de la mañana en las puertas del Carranza, pero, como es normal, salimos cerca de la 1 de la tarde rumbo a tierras extremeñas. Entre risas, historias míticas del colectivo, anécdotas de personajes, la feria de El Puerto de la noche anterior y un excelente ambiente fuimos haciendo kilómetros, solo interrumpidos por las necesarias paradas para mear y devorar los bocatas de la madre del conductor, junto con unas onmipresentes y maravillosas cervezas.
Llegamos a nuestro destino con tiempo suficiente para meternos en un bar, donde quedamos con la Sección Chiclana, que desplazaba dos coches. El tiempo justo para tomar unas copitas, comer poco, aguantar al coñazo del pueblo y tirar para el campo de fútbol, ya que no teníamos buenas noticias en lo referente a las entradas.
Ya en las afueras del campo, nos fuimos encontrando con muchísisimos aficionad@s del Cádiz C.F., sorprendid@s como nosotros del abusivo precio de las entradas (15 €. la más barata, tiene cojones). Se intentó por todos los medios que se rebajaran un poco, pero la directiva del equipo local se cerró en banda y fue imposible hacer algo. Después de un buen rato en el terraplén que daba a uno de los fondos, desde donde vimos llegar a la toda la plantilla de pikoletos que hay en Zafra y en sus pueblos colindantes, y mientras charlábamos con unos colegas cadistas de Mérida y con otros gaditanos que venían del Viñarock, decidimos comprar nuestras entradas y meternos para dentro del campo.
En el mismo teníamos un espacio reservado para tod@s l@s cadistas que, pronto, se convirtió en una jaula custodiada por los pikoletos y seguridad privada. Mientras comenzaba el encuentro, viajes al bar donde, como es habitual, nos servían de todo, mientras nos reíamos de cómo se colaron varios compañeros.
Buena animación "inglesa" durante casi todo el encuentro y explosión radical de júbilo cuando marcamos el golazo y nuestros jugadores lo celebraron con nosotr@s, al tiempo que la gente se agolpaba sobre el muro y avasallaba a los de verde. Esta gente dijeron cosas como: "...tened cuidado con nosotros cuando marquéis el segundo..." o "...ya me sé algunos cánticos...".
A partir de ahí, fiesta amarilla en el campo del Díter, que se prolongó hasta que el árbitro pitó el final. Ya fuera, estuvimos charlando con miembros del Frente Azul a los que les dimos diverso material de Brigadas Amarillas, mientras esperábamos la salida de la expedición cadista.
En el camino de de vuelta, con solo una parada para reponer fuerzas, mientras algunos pescaban buenas piezas (Juan G. después dices que no....), los demás hacíamos cuentas según los resultados que se habían dado en la jornada. Llegada a Cádiz a eso de la 1.30 h. de la mañana, no sin antes tomarnos la última en el bar del Toni, pensando ya en los próximos macrodesplazamientos de la liguilla de ascenso.