Mucho se jugaba el Cádiz en Utrera, y como hace dos semanas en Córdoba también hubo invasión amarilla, sobrepasando el número de aficionados locales (que podrían ser 500 por más de 1.000 y pico de cadistas).
Alrededor de las 13:00 h empezó a llegar la peña a los alrededores de Carranza (algunos ya habían llegado a las 09:30 h de Rota), esperando una tarde de cachondeo y goles. Cuando dieron las 14:30 h ya estábamos todos listos, tanto aficionados como jugadores, y tras un charla psicológica del Anhé mentalizando a los jugadores (sobre todo a Vega, al que no paraba de decirle que no se pusiera nervioso) todos nos marchamos hacia la ciudad de los mostachones y el Papa Clemente.
Decir que iba un bus de Brigadas con los Trompeteros y montones de coches particulares. Sobre las 16:15 h, pese a que ya había muchos seguidores amarillos en los aledaños del estadio, reinaba la paz y la tranquilidad hasta que llegó el bus de Brigadas, y una hilera de meones inundó de "meao cervecero" las cercanías del campo. La mayoría de la peña optó por quedarse por los alrededores, sin embargo otros (CHUPA TU COLEGA III) se paseaban en los carros de un centro comercial ante el "estupor" de los seguratas que no sabían cómo reaccionar.
Y llegó la hora del partido y todos iban entrando, menos los que tenían entrada de juvenil a los cuáles amontaban a un lado, gracias a que el portero al ver que hacíamos avalanchas para entrar llamó a la Policía Local y a los pikoletos, que empezaron a aparecer como moscas. Tras duras conversaciones de un directivo del Cádiz (qué arte tienes, pischa!!) y algún que otro cántico en la puerta por fin nos dejaron entrar y eso que más de uno tenía más de 1 cm. de barba.
El partido empezó con la bajada del gol del Utrera, pero pronto remontamos el gol encajando. Los goles fueron muy celebrados y hubo lluvia de cervezas, cubatas y lapos a los miembros de la "beneméritarrr". Llegó el descanso y mogollón de gente invadió el campo y se tumbaron como si de un camping se tratase. En las gradas pues algún enfrentamiento con algún que otro sevillista-utrerano que fue sistemáticamente pateado delante de las mismas narices de los "beneméritos". Mientras los pivitos jugaban al fútbol y mientras los equipos saltaban al campo y tras un pequeño intervalo para desalojar a la peña del césped empezó la segunda parte, y nos situamos en la banda donde atacaba el Cádiz.
Nos tocó el linier y viendo que le estábamos dando mucho la vara al menda los pikoletos aparecieron con dos "chuchos-sarnosos-maderos" para proteger al linier, muchos empezaron a jugar con ellos llamándolos "Lazy, Lazy!!", y decir que sólo ladraban cuando pasaba la peña con porros (serán chivatos los chuchos).
Se volvió a montar otra bronca con un utrerano que tenía una bandera rojiblanca y al que no parábamos de chillar: "SPORTING". Tras eso pues salimos a fuera y tras un pequeño desconcierto nos enteramos que una colega nuestra fue agredida por un menda con una camiseta del Sevilla, el cuál aprovechando la pasividad policial para escaquearse sin haber recibido su justo castigo por nuestra parte, para nosotros fue una acción cobarde digna de la afición que representa que sólo saben pegarles a viejos peñistas y a mujeres, ya los cogeremos cómo es debido algún día.
Ya a fuera y esperando a los jugadores los miembros del DES-orden se empezaron a poner nerviosos hasta que cargaron contra nosotros, teniendo que subir algún jugador del Cádiz por patas las escaleras del bus. La actuación de la "benemérita" fue totalmente franquista y es que todavía se creen que estamos en el año 40, abusando del uniforme para golpear, amenazar e incluso impedir que se denuncie una agresión injustificada, como le pasó a Paco "el del Puerto" al que amenazaron con torturarle si iba al cuartelillo a denunciarles, además de negarle conocer la identidad del agresor. Decir que todos los pikoletos tenían cara de pikoletos del "Caso Almería", que se pudran en su pueblucho.
Tras varias amenazas y tras esperar un poco al Dani que se escapó por ahí nos fuimos de Utrera. A algunos que iban en coches particulares los expulsaron del pueblo con amenazas, al fin volvimos a Cádiz con algún contusionado y con la alegría de haber ganado, y la próxima vez hacer caso a Juan cuando diga que nos metamos en el bus y que si hay que echar cojones echarlos dónde es necesario y no dentro del autobús aporreando cristales, ¡queda CLARO!.