Lo de contar lo que ha pasado en un desplazamiento es solo un mero ejercicio de recordatorio. Solemos viajar en autobús y, más o menos, tienes la situación controlada, ya que todo pasa a tu alrededor, en un espacio reducido y puedes contarlo posteriormente sin mayor problema, al darte cuenta de casi todo.
En esta ocasión no fue así, puesto que la peña viajó por su cuenta, (uniéndose por secciones o por coches), muy desperdigada y las miles de historias y anécdotas ocurridas, aparte de imposible de contar, llenarían bastante más que estas dos hojas.
Contaré aproximadamente lo que hizo gran parte de la gente de Brigadas en el desplazamiento "oficial" del grupo a El Puerto de Santa María. A principios de semana contactaba con nosotros el Orgullo Isleño del C.D. San Fernando, proponiéndonos, y como nexo de unión a ambos grupos al Toni, reunirnos para celebrar una cervezada el mismo sábado del partido. Aceptamos la invitación, y tras hablar con el Toni y con el Norte Trompetero, concretamos la hora y la cantidad de cerveza a consumir, ya que el lugar lo conocíamos de mucho antes. Durante la semana también estuvimos atentos para pillar las entradas. Hubo una desorganización palpable en lo referente al tema. Entre las pocas horas de funcionamiento de las taquillas, los mínimos días para conseguirlas (sólo una tarde y una mañana) y las escasas localidades puestas a la venta para algunos sitios del estadio, dio como resultado que la gente se desperdigara un poco, que hubiera intentos de última hora para cambiar las entradas de un sitio a otro o que incluso algunos viajaran sin entrada.
Pasadas las doce de la mañana, y después de recoger banderas, bombos y megáfono, emprendimos viaje en tren hacia el apeadero de Bahía Sur, donde nos estaban esperando otro buen grupo del colectivo. Antes de salir, a uno de los trabajadores de RENFE le dio por dar por culo. Pensábamos que sería por haberse levantado temprano para trabajar (eran cerca de las doce y media). Pepe Monje estuvo amenizando el corto trayecto con sus chistes, lo que agradecieron los viajeros del vagón con amplias sonrisas. También nos agradecieron que nos hubiéramos montado en el tren, ya que el de antes solo nos cobró a nosotros, a los que íbamos de amarillo. Menos mal que después ni para el Puerto ni a la vuelta para Cádiz pagamos, por lo que el viaje entero nos salió por algo más de treinta duros. Habría que hablar con RENFE para la liguilla, a lo mejor por 600 pesetas te deja en Lugo.
Tras andar un rato llegamos al lugar de la cervezada. Ya estaban allí los aficionados isleños y tras unas emotivas palabritas del Toni, a beber. Fuera del local, Pepe Monje entretenía a los dos colectivos con sus ocurrencias y chistes, dentro, un ir y venir de gente para la barra y para el servicio. Pasaban unos minutos de las tres de la tarde, cuando salimos para el tren que nos llevaría a El Puerto. En su estación impresionante bajada "tipo Jerez" y para el Estadio José del Cuvillo. Allí nos esperaban los nacionales que nos llevaron directamente a una gasolinera próxima al estadio por si nos faltaba algo. Por supuesto que faltaba.
Ya por la zona de Preferencia, entre pinos, hierbas y matorrales, los primeros cánticos. Los cadistas se agolpaban en las puertas y desde fuera ya se veía un gran ambiente.
Ya dentro, impresionante ambiente dado por la afición amarilla. Al saltar nuestros jugadores al campo, nitrato a tutiplén y alguna que otra bengala que el Diario vio de categoría. Así me gusta, atentos.
La valla de nuestro fondo en el Cuvillo la llenamos de pancartas del grupo y banderas cadistas. Tras escuchar como pudimos el himno de Andalucía, comenzó el partido.
La animación al equipo estuvo un poco descontrolada, ya que todavía algunos no se enteran de que hay que seguir al del megáfono, y no empezar cánticos que nadir escucha y que solo siguen los cuatro de al lado. Para la próxima, esperemos que los cánticos suenen contundentes como habitualmente.
El partido estuvo bastante disputado, pero lo que buscaba el equipo y la afición eran los tres puntos, que se consiguieron. En el gol del canterano Víctor García, todo el mundo se subió a la valla, explosión de júbilo, emoción a raudales, abrazos, gritos, cánticos, locura, etc. De la valla ya no se bajaría nadie hasta el final del partido, donde la invasión de campo se veía venir desde el partido de La Línea. Algunos, tal como saltaban la valla, se iban para el suelo. Descojonados se iban para nuestros héroes para felicitarlos. Posteriormente un saludo de despedida a los compañeros de La Isla y ya vuelta a casa. Algunos en tren, otros en coche, algunos como pudimos, pero todos, absolutamente todos, felices, y ya viéndonos por esos campos del Estado siguiendo a nuestro extraordinario y glorioso equipo.