Cuando nos enteramos cuando salió el calendario de que nuestro Cádiz C.F. (porque seguimos siendo de este equipo, ¿no?) jugaba su tercer partido de la temporada en la costa granadina, nos miramos y decidimos ir. No sé por qué lo hicimos, pero lo hicimos. Cuando lo comentamos, algunos otros miembros del Colectivo se animaron a venir, pero no pudieron hacerlo por falta de coches. Pues nada, completamos el nuestro y quedamos alrededor de las ocho de la mañana del domingo pasado para dirigirnos hacia la localidad granadina. A las primeras de cambio los primeros problemas: Juan se perdía por la calles gaditanas. No lo encontrábamos por ningún lado. "Vamos a tu casa", "Te damos el encuentro", "Si, por ahí nos vemos", etc, fueron algunas de las frases de nuestro diálogo matutino, pero solo dar tres vueltas solucionó el problema. Después venía el que más nos preocupaba: el Gori, ya que la noche anterior se la había pegado con los demás miembros de la Sección. Puntual como nunca y más recto que un palo nos lo encontramos a bajo de su casa. El tercero en discordia había que buscarlo en San Fernando. Juan "El gallego" llegaba al coche cual padre de familia que viene de misa. Para no perder más tiempo, del tirón a la carretera. Desde los primeros minutos había en el ambiente una cierta sensación de que se nos olvidaba algo a algunos de nosotros, pero no dábamos con lo que era. En los primeros kilómetros, los primeros problemas de convivencia, por culpa de la música. Ya cuando esto se arregló, empezó el Gori a dar su concierto de verborrea fácil y fluida. En una de estas conversaciones, Juan "El gallego" nos reconocía que no se había traído lo que nosotros echábamos en falta: sus famosas chanclas isleñas. Caritas de pena y desilusión entre los viajeros, pero ya cerca de Algodonales no había manera humana de encontrar otras. Además queríamos las suyas. ¡Qué coraje, picha!. Durante todo el viaje de ida hay que destacar que el Carlos no se dejó vivo a ninguno de los coches que nos adelantaba, protestándoles por todo como hacen los buenos taxistas. Mencionar también que tuvimos que retroceder unos metros, puesto que, se le olvidó coger un bache. En la segunda parada que hicimos, nos quedamos filipados al entrar en bar donde nada que había coreanos. Parecía que estábamos en el Mundial. Cuando entramos a mear, más desconcierto, puesto que le dejaron a la limpiadora no menos de mil duros de propina en un plato asqueroso que tenía preparado. Pero lo que ya nos dejó tarumba, fue que la limpiadora les respondía en koreano, dándoles la bienvenida y las gracias. Salimos de allí pitando, puesto que nos estaba afectando gravemente la situación.

Comimos en Granada con la agradable compañía de nuestro camarada Kanijo, que nos llevó a un bar (si, esos en los que tan la tapa con la cervecita) donde nos sirvió Conan. La camarera podía llevar sin esfuerzo la bandeja llena de jarras de cerveza con una sola mano como si llevara una magdalena. Al llegar a Motril, a eso de las 5 y cuarto de la tarde, nos dispusimos a buscar el campo, por cierto, otro que era nuevo. Dimos con él del tirón, a pesar de que Motril no es pequeño y que estaba en la gran puñeta, en lo más alto del pueblo, al lado del cementerio y rodeado de... enganchaos. Nos hicimos con las entradas y esperamos la llegada del autobús del Cádiz C.F. Animo a todos los componentes y a buscar un bar cercano. No encontramos uno en veinte kilómetros a la redonda, pero en el que nos metimos, mereció la pena. Ya os enterareis por qué. ¡Qué alegría nos dio a todos!. Ya en el campo de fútbol, y después de rescatar de la Preferencia a un coleguita de Cádiz que trabajaba en Almería (lo rescatamos por el medio del campo), lo que más sorprendió fue que todos se quedaban callados cuando nosotros entonábamos uno de nuestros cánticos. Atentos todos a lo que decíamos. También destacar las mínimas banderas del Motril que había allí. Al finalizar el partido, y cuando se iban los jugadores para el túnel de vestuarios, solo Víctor Vía se dirigió a nosotros con un gesto, pidiéndonos perdón. Los esperamos a la salida, para darles ánimos y decirles que estamos con ellos hasta el final, que solo ellos pueden remontar esta racha y que esto todavía no ha hecho más que empezar. Solo se nos acercaron Armando, Cortijo y Paz, a parte de Escalante y Martín José. Los demás caras largas y para el autobús del tirón. A la vuelta, ya os podéis imaginar, caras largas y pocas palabras, aunque el Gori se empeñó en invitarnos a cenar con la pechá de pescar que se pegó viniendo para acá el cabrón. Llegamos a Cádiz alrededor de las tres de la mañana después de dejar al Gallego acostadito, o sea only.

PD.:Desde aquí queremos agradecer a todos los que se interesaron por nosotros, dándonos ánimos, mientras viajábamos para acá. Gracias.