Estábamos dispuestos a colaborar, en la medida de nuestras limitadas posibilidades, hasta el punto que la situación que nos fuéramos encontrando nos marcara. Tampoco era plan de responsabilizarse de lo que luego pudiera pasar.
Tras presenciar algunos el partido del Virgili (por cierto se ganó de goleada y ofreciendo otra vez espectáculo) y otros el partido del Cádiz B (que volvió a ganar 3 - 1) habíamos quedado a las 14H15M en el Estadio para acudir al presunto }infierno~. Se intuía que pocos aficionados iban a ir a parte de nosotros. Los dos autobuses se habían montado con mayor éxito del esperado.
Im-presionante (Jesulín forever) dispositivo de seguridad. No sé cuántas furgonetas policiales (no menos de seis) iban a escoltar el }convoy amarillo~ formado por los dos susodichos autobuses más el de los jugadores.
No comenzó la cosa muy bien. Típico y ya tradicional descontrol de la gente a la hora de subir al autocar. No sé ni cómo ni a cuento de qué organización pero la verdad es que al final + ó - cada uno logró subir a su autobús. Decir que fuimos sometidos a una rigurosa inspección de entrada. Cacheando a todos los individuos, o lo que fuese, y los "bultos" que llevaban. Control que incluía detector de metales. Para comenzar cierta sorna de la peña con el "sistemita" de seguridad (los no iniciados que consulten el }habla de Brigadas~ del boletín). Aunque ya se empezaba a denotar un "buen rollo" por parte de los agentes del Cuerpo de Seguridad del Ministerio del Interior del Estado, que a partir de ahora denominaremos para entendernos: policías. Curiosos comentarios ante el cacheo inicial, destacando no menos curiosas manifestaciones de algún componente de Psikósis Kádiz (…esta gente del casco antiguo). Destacados miembros de la vieja guardia de Brigadas hacen acto de presencia. Lucían un buen aspecto para su avanzado estado de desarrollo.
Extrañeza en algunos al enterarse que iban a viajar 3 de los denominados policías en cada autocar. Y es que al comprometernos con buenas intenciones se nos había asegurado que veríamos el partido hasta el minuto 90 (aunque no el descuento), pero no se decía nada de este marcaje al estilo del Juan José de sus mejores tiempos. Pero el malestar inicial enseguida se tornó en sorpresa agradable y nos dio pie a divertirnos aún más (si cabe).
Iba un policía junto al chofer y otros dos en el hueco de la escalera. Me comentan la cara de "la-que-nos-ha-caío-encima" al entrar en el bus los mencionados policías y comprobar la curiosilla esencia que se desprendía de unos no menos artesanos cigarrillos hechos a la antigua usanza. Pero como digo, siempre con "buen rollo", su cometido en este viaje era otro. Había un acuerdo tácito de que se respetaría la zona de }fumadores~, y de los que fumasen tabaco también.
Se habían adquirido cerveza y como no se podía entrar cristales al autocar se compran botellas de agua mineral y se vacía su contenido para introducir el auténtico jugo de cebada. No menos curiosa imagen la vivida, dos personajes del Colectivo tranquilamente terminando el trasvase de líquido bajo la atenta mirada de los tres autobuses, todo el dispositivo policial, medios de comunicación, empleados y dirigentes del Cádiz y transeúntes en general que pasaban por allí, esperando que estas dos, no menos curiosas figuras de Brigadas, subiesen al autobús. Si había tensión en el ambiente, y la cosa desembocase en desastre parecía no ir con ellos.
El viaje como siempre. Algunos, como no, siguen sin encontrarle utilidad alguna a unos asientos alineados que se encuentran tal y como se sube a ambos lados del autobús.
Ya en la primera curva, o sea, la de la antigua Bolera la gente empieza a tantear la situación. Si me dejan pues lo haré. Se comienzan con los primeros cánticos, pero sobre todo uno que comenzó muy bajito va haciéndose fuerte, al principio con la boca pequeña y luego viendo la buena acogida que tenía por parte de quién debía de tenerla, se hizo unánime. No era otro que:¡qué buenos son los agentes nacionales, qué buenos son que nos llevan de excursión!. Y seguía la buena armonía. Alguno comenzaba a barruntar: no darles mucha cuerda que esto se desmadra (no menos curiosa preocupación).
Y seguía los clásicos protocolos de cada viaje. O sea, peticiones para que se hiciese una paradita en el Puente Carranza para poder ir a los servicios (vulgo "pá mear").
Y venga cordialidad y concordia. Y la gente que se suelta. Y venga cigarrillos artesanos para acá y para allá, y pásame la chicharra y toma esto y déjame algo. Y claro, tanta simpatía que me entero que algunos comienzan a sacarse fotos con los conceptuados al principio policías portando en sus bocas los elaborados cilindrillos despidiendo un humillo y aroma peculiar típico de las praderas de un vecino país africano. Me llegan informes que en la parte posterior se viven imágenes surrealistas: aguántame el papel, hazte otro, no te preocupes si estos "monos" son buena gente, fíjate si el "madero" se está riendo, ¡cómo estás bigote!, ja, ja,… todo ello bajo la atónita pero cómplice mirada de los agentes.
Y venga conciliación. Un organizador del autobús (el de siempre) amablemente acepta la petición del policía que estaba junto al lado del chófer de llevarle los cascos anti-disturbios a los compañeros del hueco de la escalera. Este organizador es saboteado durante su trayecto por un conocido componente de Psikósis que le arrebata uno de los protectores occipitales y se lo coloca ante el regodeo y delirio del resto del autobús, cosa que contaba con la anuencia de los agentes. Ante esto, ¿qué hacer?. Muchas veces sabiendo llevar las cosas por el buen camino, sin estridencias, se consiguen mejores resultados.
Nos vamos acercando a nuestro destino. Entraríamos por la parte trasera de Jerez. Dos kilómetros antes, algo así como 5 espectaculares furgonetas especiales de los anti-disturbios de la reserva de Sevilla nos esperan en un cruce, se unen al }convoy~ y con sirenas y luces al más puro estilo hollywoodiense entramos en la ciudad a toda velocidad pues la Policía Local nos estaba abriendo camino y había cortado el tráfico. Perplejos, desde el autobús cada uno se dedica sorprendido a ver por qué sitio pudiesen venir los posibles ataques. Pero nada, llegamos sin problemas hasta dentro del Estadio. A la hora de entrar nuevo registro por parte de los anti-disturbios. En la incertidumbre del momento, en la mitad de la cola que se había formado, suena un móvil. Un chaval responde y os pongo literalmente (os lo prometo) su conversación: }…que no omá, que no, que no pasa nada. Que aquí hay 90 mil policías, que ya estamos entrando. ¡No!, no omá, ¡cómo se va a poner un policía al teléfono…!~. No menos incrédulo un policía a duras penas intenta disimular su golpe de risa.
El partido bueno del Cádiz. Ausencia de provocación y de cánticos insultantes por parte de la afición amarilla, en general. También, aunque menos, por parte de ellos, pese a que habían "sembrado" todo el fondo sur con pancartas alusivas a la capitalidad y deseo de segregación de la provincia.
Nos empiezan a sacar faltando unos 10 minutos, pero haciéndonos los parsimoniosos recogiendo las banderas conseguimos aguantar 5 minutos más. El gol del Cádiz nos coge recién entrados en el "Transcela". Ni que decir tiene que el estallido de júbilo casi hace explotar el autobús como una olla a presión. Los 3 policías comprenden la situación e intentan paliarla de buenas formas.
El viaje de vuelta muy tranquilo. Amenizado por reflexiones en voz alta de un no menos retórico Molina, haciéndoles ver a los policías que somos enfermos metales y que la "grif-fa" debería estar subvencionada por la Seguridad Social, y que no les diesen la vara a los chavales que fuman por la calle. Especialmente aplaudido respondió muy conmocionado con un: }perdonarme pero mi profundo estado de drogadicción me impide poder seguir hablando~. Algún que otro policía bajaba la cabeza en señal de resignación.
Y sin otro motivo digno de mención llegamos al Carranza con la felicitación del Comisario de Cádiz (Eladio) por nuestro buen comportamiento y comprensión.

P.D.- Si nos preguntan en público, cualquiera de nosotros negará los hechos aquí relatados. Todo es fruto de nuestras infectadas mentes.