Tras el fallido viaje en autobús, decidimos desplazarnos a Écija en coche. Salimos a las once y media, desde el Estadio, donde nos abordó un chaval y nos hizo esta pregunta: ¿Dónde está el autobús?. Le explicamos lo que había pasado y tras despedirnos de él, nos fuimos para LA SARTÉN. Sólo hicimos una paradita, concretamente en Arahal, donde entramos en una venta a pie de carretera y nos tomamos un par de birras.
En la venta pudimos ver por la tele el desfile de las Fuerzas Armadas Profesionales. Uno de los camareros, según él, conocía a todos los que desfilaban, incluido un tal Juancarli que presidía el acto, y al aparecer los colgaos de la legión uno de nosotros de dijo "yo al único legionario que conozco es er Gabrié eeh!", descojonados vimos como en la venta entraba un hombre de avanzada edad y que era invidente, pero para nuestra sorpresa y cachondeo resultó que literalmente "iba ciego". Cantaba, hablaba solo, se le caía el bastón constantemente... en definitiva ciego. De nuevo nos pusimos en camino y sobre las dos llegamos a Écija. ¡Por fin en la Sartén!.
Algunos de nosotros incluso quería hacer el experimento del huevo sobre la carretera. Nada más llegar, no perdimos el tiempo y preguntamos a un hombre por el estadio y éste nos contestó: ¿cuá, er der Zevilla o er der Beti?. Lo más gracioso es que estábamos al lado. Ya junto al estadio esperamos a que empezara el partido con bocadillos, cervezas, cigarritos y como no de fondo una gran cascada de orina gaditana que se desplazaba por la fachada del Municipal de San Pablo... Empezaron a llegar gente y de pronto fuimos una peñita más o menos considerable, hasta hubo una sorpresa como la que nos dio el Boca. Recuerdo que alguien comentó: menos mal que no ha venido el Boca, y automáticamente éste hizo acto de presencia bajo la ¿alegría? de nosotros.
Llegó la hora del partido y lo mismo de siempre. Nos querían cobrar 1500 pelas por la entrada, con el consiguiente mosqueo de la peña. Para combatir la tensión y el enfado de los cadistas allí presentes, optaron por traernos al "Tonto er Pueblo", para que nos olvidáramos un poco de la situación, y tengo que reconocer que por momentos lo consiguieron, porque "Jesús" nos hizo pasar un buen rato, sobre todo cuando tiramos el petardo o cuando le íbamos haciendo subir al techo del autobús del Cádiz para coger una pelota de playa.
Al fin, y después de algún que otro rifi-rafe con el Excmo. Sr. Delegado de Seguridad del Estadio Municipal de San Pablo, accedimos al interior del estadio con algunos minutos de retraso. Del partido mejor ni hablar, eso sí, no dejamos de animar y volvimos a dar una lección de cómo se anima y cómo se pasa de puta madre en un campo de fútbol, o en este caso un corral de vacas. Y es que lo único bueno que tenía el feudo astigitano era la variedad de bebidas alcohólicas que disponían en la cantina, haber si toma ejemplo Mateo y compañía; además ya por pedir: ¡BARRA LIBRE EN LAS CANTINAS DEL CARRANZA YA!.
De la afición local y sus radikales preescolares no podemos decir gran cosa, excepto que nos avisaron que iban a venir a Cádiz en la segunda vuelta, armados hasta los dientes de pegatinas de Pokemon y totalmente ebrios de chucherías y copitas Danone.
Al término del encuentro y antes de emprender de nuevo viaje a la Tacita estuvimos dialogando y bebiendo con un par de militantes de IU y que nos comentaron que estaban un poco mosqueados porque "las Brigadas le quitaron la bandera a los fachas de Ultra Sol, y se la llevaron para Cádiz y no nos dieron ni un cacho". Al final terminamos cantando carnaval y bebiendo birras sin pagar un duro.
Y así nos pusimos de vuelta para Cádiz, no sin antes despedirme de mi buen amigo Ricardo (fue la persona que me acompañó en mi aventura desde Dos Hermanas a Sevilla en aquel fatídico viaje en tren y con la tormenta perfecta de fondo... ).

POSDATA: Lo único malo del viaje fue que no pude comprar ninguna Peli.